Artículos de Eficiencia Energética y Ahorro
De un tiempo en adelante la eficiencia energética está en boca de la mayoría de los técnicos y profesionales relacionados con la edificación y cada vez más de los usuarios de las viviendas.
En épocas de crisis nos llevan a tomar conciencia de la necesidad de ser más eficientes, tomar una conciencia social que nos permita construir viviendas que cumplan con los requisitos que, como ciudadanos del mundo, nos permitan aprovechar los recursos que la naturaleza nos ofrece y aprovecharlos (que no explotarlos) al máximo. Una edificación sostenible.
Pero, ¿qué pasa con lo que hicimos antes? En España hay millones de viviendas que no han sido construidas bajo estas directrices, que no son eficientes, que no aprovechan los recursos disponibles si no que lapidan los futuros y que, al final, ni tan siquiera son cómodas para los usuarios (para los que, al fin y al cabo, están construidas).
Esto se puede comprobar fácilmente ya que desde el año 2013 es obligatorio el certificado de eficiencia energética para las viviendas en venta o alquiler, y que desde entonces hasta la actualidad se han certificado miles y miles de viviendas en toda España obteniendo en la mayoría de las ocasiones certificados energéticos G o E, o lo que es lo mismo calificaciones bajas o medias bajas.
Para estos millones de viviendas existe una solución: la Rehabilitación Energética.
Se considera rehabilitación energética toda aquella que esté destinada a fomentar el ahorro y la eficiencia energética de la edificación. Estas intervenciones pueden realizarse (o no) conjuntamente con otras que den prioridad a mejorar la estética, distribución, accesibilidad, etc. Y pueden realizarse a nivel individual o colectivo.
Según diversos estudios, en España el 80% de los edificios necesita una rehabilitación energética. Esto supone unos 18.000.000 de viviendas, la mayoría construidas antes de 1980, cuando apareció la primera legislación en materia de eficiencia energética.
Pese a la entrada en vigor de diversas normativas, la demanda de energía de las viviendas construidas después de esa fecha también pueden mejorarse significativamente, ya que las normativas siempre han sido bastante laxas en lo referente a este tema.
La necesidad de una rehabilitación energética debe estudiarse para cada caso en particular, pero en general cualquier vivienda puede hacerse más eficiente con unas sencillas intervenciones.
Los beneficios son cuantiosos en diversos frentes.
En primer lugar, un ahorro energético supone un ahorro económico directo y proporcional a este; ¿Cuántas veces pensamos que los gastos en climatización son demasiado elevados? Mediante rehabilitación energética se puede conseguir ahorrar hasta un 80% de lo que gastamos en climatización, lo que supone un ahorro económico equivalente.
La eficiencia energética de una vivienda aumenta el valor de la misma, ya que una mejor Etiqueta de Eficiencia Energética de la vivienda o del Edificio va a mejorar el valor de su venta o alquiler.
Cuando aumenta la eficiencia energética de una edificación también aumenta el confort de los usuarios de la misma ya que es mucho más sencillo conseguir una temperatura y una humedad idóneas.
El uso de sistemas pasivos, utilizados en las casas pasivas, facilita que se llegue a la temperatura y la humedad ideales de manera natural, estudiando cada caso en particular para evitar, en la medida de lo posible, los sistemas activos (calefacción, climatización, etc.)
Y no solo el confort de los usuarios aumentaría, si no que, a largo plazo la habitabilidad de nuestras ciudades mejoraría notablemente.
Otro gran beneficio es la reducción de emisiones de CO2, que suponen un gran gasto directo a la sociedad, además del consabido efecto negativo para el medio ambiente. Diversos estudios y propuestas (cómo los realizados por WWF) proponen que, si para el año 2050 se han rehabilitado el 50% de las viviendas, las emisiones podrían reducirse hasta en un 83%.
Por último, esta reducción de emisiones supondría la creación directa de, al menos, 150.000 puestos de trabajo sostenibles en el tiempo.
Esto son un montón de razones para dar el paso de la rehabilitación energética de tu vivienda.
Depende de muchos factores: el estado actual de la vivienda, dónde está situado el inmueble, la eficiencia que tiene actualmente, la tipología de la edificación, el presupuesto disponible, etc.
En principio, el primer paso es mejorar el aislamiento de la envolvente del edificio: cerramientos y cubierta. Esto puede realizarse de manera individual (viviendas unifamiliares aisladas o adosadas) o colectiva (edificios de viviendas).
Hay diversas técnicas que permiten mejorar notablemente el aislamiento sin influir apenas en la vida de los usuarios del edificio y que tienen una alta efectividad, al mismo tiempo que renuevan el aspecto exterior del edificio.
También puede realizarse por el interior, más sencillo en algunos casos, especialmente si la vivienda está situada en un edificio y se va a realizar de manera individual, aunque es menos efectivo.
Hay que prestar especial atención a las ventanas, balconeras, etc. ya que suponen un porcentaje altísimo de pérdidas energéticas y no siempre se le da la importancia que tienen.
El siguiente nivel de intervención son las instalaciones de la vivienda: un correcto dimensionamiento de las mismas, la elección de los sistemas más eficaces para cada caso, y la reducción de la demanda energética nos pueden hacer ahorrar mucha energía y dinero.
El uso de energías renovables (solar, eólica, geotérmica, etc.) es cada vez más sencillo, económico y eficiente, por lo que la inclusión de estas es una inversión cada vez más rentable.
Por último, se puede realizar un estudio de las posibilidades bioclimáticas de la vivienda: orientación, situación, vientos predominantes, etc. y la adopción de medidas que aprovechen al máximo los recursos disponibles.
Este tipo de intervenciones son más complicadas en rehabilitación, ya que exigen una libertad de diseño de la que no siempre se dispone, pero en muchas ocasiones es posible mejorar notablemente el confort y la eficiencia energética mediante un estudio detallado de las posibilidades.
Como hemos visto, la mayoría de las medidas de mejora que podemos adoptar para controlar la demanda energética de las viviendas dependen de una gran cantidad de factores, por lo que establecer un precio medio para estas intervenciones es prácticamente imposible.
Debe realizarse un estudio que contemple todos los factores para poder ofrecer un presupuesto.
Sin embargo, debido al ahorro monetario consecuente al energético, el incremento del precio de la energía y dependiendo de la reforma a realizar, se suelen establecer unos periodos de amortización que, comparados con la vida útil de la edificación, son relativamente cortos.
Además muchas comunidades ofrecen ayudas para ciertas intervenciones o la instalación de equipos que utilicen energías renovables, por lo que en ocasiones el coste se reduce considerablemente.
Es de esperar que las ayudas vayan en aumento, ya que las directrices de la Unión Europea en materia de ahorro de energía marcan objetivos muy ambiciosos a medio plazo.
En resumen, tanto por concienciación por el medio ambiente y la sociedad como para aumentar el confort y reducir el consumo de las viviendas, la rehabilitación energética supone numerosos beneficios a tener en cuenta por parte de usuarios, técnicos y administraciones, con un coste amortizable y efectos notables desde el primer día.
